En Jamaica, Jordan Allwood, 11 años, lee a sus compañeros de clase un cuento sobre un cachorrito y su nueva familia.
El cachorrito crece, le encanta pasear por la playa y sobrevive un horrible susto al ser rescatado por su familia de una trampa. El cuento de Jordan es uno de los cientos escritos por chicos de 7 a 11 años, como parte de un concurso de narrativa organizado por el Ciberclub Rotario Caribbean 7020, con el apoyo de clubes de 11 naciones caribeñas.
Los cuentos seleccionados, incluido el de Jordan, salieron a la luz en «The Butterfly StoryBook», libro que publicó el club y se encuentra a la venta en Amazon.com. Puesto que las utilidades de las ventas se destinarán a otras actividades de alfabetización, se insta a los rotarios a donar ejemplares del libro a bibliotecas escolares.
El Butterfly StoryBook y la biblioteca móvil administrada por el Club Rotario de Ellensburg Morning, Washington (EE.UU.) fueron los proyectos que Rotary International y la International Reading Association (IRA) seleccionaron en julio para recibir dos premios de US$ 2.500 de la Pearson Foundation. Los premios se otorgan a proyectos conjuntos que emprenden los clubes rotarios y las filiales de la IRA para fomentar la alfabetización en comunidades locales e internacionales. La sociedad entre Rotary e IRA se remonta a 2002.
Diana White, ex gobernadora de distrito y socia del Ciberclub Caribbean 7020, declara que la idea se le ocurrió a raíz de una visita a la oficina de Rotary International en Gran Bretaña e Irlanda (RIBI), la cual realiza anualmente varios concursos para jóvenes que reciben amplia difusión. Como el proyecto requería reglas y promoción, White pensó que era ideal para el ciberclub, y recurrió a los clubes del distrito para que lo promocionaran en los colegios de la localidad.
En la primera edición del concurso en 2013, se recibieron cuentos de 200 pequeños autores. Este año la cifra llego a 300. Cada club selecciona tres ganadores locales a quienes se les entrega un diploma de honor. Luego un jurado, conformado por socios del ciberclub, selecciona 10 relatos de entre los ganadores para ser incluidos en el «The Butterfly StoryBook» . Los autores seleccionados reciben libros por valor de US$ 50.
«Para un club que recién se formó hace un año, esto ha sido una inyección de energía. Queríamos hacer algo que no requiriera nuestra presencia en un mismo lugar. El éxito del proyecto ha superado toda expectativa, por lo cual nos sentimos sumamente orgullosos», expresó White.
El club entregó un ejemplar gratis a la Jamaica Reading Association, filial de IRA, y ésta lo incluyó entre los libros de la Semana de Lectura que se celebra anualmente en abril. La Asociación y el club firmaron un acuerdo para promover el concurso en toda la cuenca caribeña. En las Islas Vírgenes, los clubes rotarios compraron 500 ejemplares para el Desafío de Lectura de Verano. Otros clubes han donado copias a colegios de Canadá, Etiopía, Haití, India y el Reino Unido.
Según las reglas del concurso, todos los cuentos deben tener un tema caribeño ya que la idea del ciberclub era fomentar la narrativa y a la vez difundir la cultura de la región. En Haití, estudiantes universitarios se encargaron de traducir el libro al francés y criollo haitiano sin cargo alguno. Los libros están disponibles en inglés y en breve lo estarán también en castellano.
«Estoy asombrada de los resultados, y me emociona pensar que este proyecto no tiene límites en cuanto a la difusión que puede tener el libro por Internet», declara White.
El Club Rotario de Ellensburg Morning y el consejo de IRA, con sede en la Central Washington University, trabajaron en el otro proyecto que premió la Pearson Foundation. A Mandi Laurent, miembro del consejo, se le ocurrió la idea de la biblioteca móvil tras asistir a una conferencia en que se trató acerca de la brecha de lectura en el verano.
Rotarios, voluntarios del consejo de IRA, rotaractianos y la Ellensburg Education Foundation a recolectaron los libros y clasificaron por nivel escolar para equipar la biblioteca móvil, a la cual siguieron en su recorrido por los vecindarios de bajos ingresos que visitó todos los martes de julio pasado. La fundación recaudó este año US$ 10.000 para comprar la furgoneta que antes alquilaba.
«Vimos muchas caritas felices» dice Laurent, quien se afilió al club como resultado del proyecto. «Por lo general, los chicos en estas comunidades, de por sí subservidas, no tienen muchos libros en casa».
Varios de los voluntarios son docentes, y leen los libros a sus alumnos como parte de la instrucción. Laurent cuenta que ha visto cómo los hermanos mayores leen a los más pequeños.
«La semana pasada me acompañó una profesora de tercer grado, y luego me dijo lo contenta que estaba de haber ido. Cada sesión es una experiencia relevadora», acota Laurent.
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